DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO (día 17 de junio)
Salmo 92 (91), 2-3. 13-16
“Es bueno darte gracias, Señor”
2 Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo;
3 proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad.
13 El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
14 plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios;
15 en la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
16 para proclamar que el Señor es justo,
mi Roca, en quien no existe la maldad.
Este salmo está estructurado en tres partes: Introducción (v 2-5), contraste entre el proceder de los necios e ignorantes y los justos (v 6-12) y recompensa de los justos (v 13-16). La Liturgia de este domingo nos presenta 2 versículos de la introducción y la tercera parte completa.
El salmista asegura que es bueno dar gracias al Señor y que esta acción de gracias sea por la mañana y por la noche, es decir, ininterrumpida, abarcando toda la vida. El motivo, el amor y la fidelidad del Señor. Reconoce que el Señor es recto y no pacta con la injusticia. Describe al justo como al que se deja conducir por Dios.
Es una reflexión sobre los designios de amor y de bondad de Dios. El necio no entiende estos designios; el creyente sí entiende, los planes divinos y por ellos da gracias.
Y en esta atmosfera en la que se mueve, crece y se desarrolla, da frutos, aún en la vejez porque su vitalidad viene del Señor “mi Roca” con el que se siente seguro.
Nos presenta un Dios misericordia y fidelidad, justo, bueno, roca (seguridad); el que hace crecer y dar fruto.
Después de leerlo pausadamente, podemos empezar a orar con el salmo por el versículo 13, para concluir con los versículos 2 y 3. ¿En qué he crecido? ¿En qué hemos crecido como grupo, como familia, como comunidad? Encontremos motivos para proclamar: “Es bueno darte gracias, Señor”